
Como todos los años el 16 de octubre, indica el calendario escolar, se celebra el Día del Profesor, momento en que con nuestros colegas hacemos un alto en la actividad educacional diaria y nos olvidaremos por un rato de planes, programas, planificaciones, toques de timbre, supervisiones de aula del director, quejas de la UTP, evaluaciones, vistazos a la Reforma y salimos hacia alguna parte a disfrutar de un almuerzo, una cena o paseo. En el caso de la escuela José Ulloa Fierro, Caramavida y un agradable día campestre. Eso es hoy. Pero qué recuerdos, enseñanzas e imágenes dejaron en nuestras vidas aquellos docentes que nos formaron. En lo personal, es lo que pretendo recordar en estas líneas.
Mi niñez
Tenía cinco o seis años, cuando junto a mis abuelos Francisco y Hortensia y mi tío Domingo, llegamos a vivir en los pabellones de Santa Clara, que era tres viviendas pareadas construidas tras el terremoto de 1960 para recibir a familias damnificadas. Los Martinez Ramirez, Vidal Aguayo, Villarroel Torres, Leal Peralta eran mis vecinos. La otra familia realmente no la recuerdo porque vivió poco tiempo y no alcanzamos a confraternizar mucho, después vino un carabinero y su esposa que fue trasladado a las minas El Teniente y posteriormente los Sandoval Riffo de los que nos separaba un pasillo que se dividió al momento de hacer los cercos.